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#1 BESTSELLER DEL NEW YORK TIMES • Rachel Maddow remonta la lucha para preservar la democracia estadounidense a la Segunda Guerra Mundial, cuando un puñado de servidores públicos comprometidos y valientes ciudadanos privados frustraron a los conspiradores de extrema derecha que intentaban conducir a nuestra nación hacia una alianza con los nazis.
“Una lectura apasionante, bien interpretada, de ritmo rápido y entregada con la misma fuerza y seguridad que aporta a una transmisión. . . . Los paralelos con la actualidad son fuertes, incluso sorprendentes.”—The New York Times
Inspirada por su investigación para el exitoso podcast Ultra, Rachel Maddow traza el surgimiento de una salvaje corriente de autoritarismo estadounidense que ha estado viva en el extremo de extrema derecha de nuestra política durante la mayor parte de un siglo. Antes e incluso después de que nuestras tropas comenzaran a luchar en el extranjero en la Segunda Guerra Mundial, una red clandestina inundó el país con desinformación destinada a minar la fuerza del esfuerzo bélico estadounidense y persuadir a los estadounidenses de que nuestra alianza natural era con el Eje, no contra él. Fue una campaña sofisticada y sorprendentemente bien financiada para socavar las instituciones democráticas, promover el antisemitismo y destruir la confianza de los ciudadanos en sus líderes electos, con el objetivo final de derrocar al gobierno de Estados Unidos e instalar un régimen autoritario.
Ese esfuerzo funcionó —lengua y ranura— junto con un movimiento paramilitar de ultraderecha que almacenó bombas y armas y se entrenó para asesinatos en masa e insurrecciones violentas.
Al mismo tiempo, un puñado de activistas y periodistas extraordinarios estaban siguiendo el plan, exponiéndolo incluso mientras se desarrollaba. En 1941, el Departamento de Justicia de Estados Unidos finalmente lanzó un ataque frontal, identificó a los principales conspiradores, encontró a sus patrocinadores y procesó a docenas de ellos en tribunales federales.
Nada de esto salió según lo planeado.
Si bien el plan ha sido recordado en la historia (si es que lo recuerdan) como el trabajo de actores marginales, en realidad involucró a un gran número de algunos de los funcionarios electos más influyentes del país. Su interferencia en los esfuerzos de aplicación de la ley contra el complot es una oscura historia de cómo el Estado de derecho se doblega y luego se quiebra bajo el peso de la intimidación política.
Ese fracaso del sistema jurídico tuvo consecuencias. Los tentáculos de esa bestia no muerta han penetrado en nuestra historia durante décadas. Pero los heroicos esfuerzos de los activistas, periodistas, fiscales y ciudadanos comunes y corrientes que intentaron exponer a los insurrectos también constituyen una historia profundamente resonante y profundamente relevante en nuestros inquietantes tiempos.